jueves, 14 de junio de 2007

Morir con las botas puestas


Sé que no es ni el medio para hacerlo ni el día más adecuado para leer o escribir sobre estas cosas, la lluvia moja casi todos los rincones de esta angosta y larga faja de tierra ocasionando colateralmente, la melancolía propia de esta estación. Sin embargo, es difícil extrapolarte de aquellas situaciones que te agobian, más aún siendo tan recientes, durante las últimas semanas, dos personas se han ido de esta tierra cada una regalando algo de si que queda en todos los que tuvimos la dicha de conocerlas o alcanzarlas a conocer. Una de ellas (la otra, lamentablemente jamás alcanzó a abrir sus ojos o decir sus primeras palabras) fue una figura que siempre represento un respeto bárbaro, un apoyo incondicional pero por sobre esto, fue uno de esos afectos sinceros que empiezan desde la más tierna infancia y se prolongan hasta estar hecho todo un hombre.

Él era de esas personas que tú agradeces que haya estado sentado contigo durante horas alrededor de una mesa bien provista, contándote acerca de como es recorrer un país en camión, del secreto para tomar el taco de pool o como conservar siempre bien la mantención de un auto (sobre todo por cuanto quería los fierros) Un viejo loco y lindo con el cual las horas pasaban de largo, atónitas ante las miles de historias que aún quedaban y que merecían ser contadas. Lamentablemente, esas horas fueron las que faltaron al final, eso más comprender que el cerebro humano comienza a agotarse, que tu mente se pierde, se confunde y que miles de cosas que salen de tu boca son sólo desvaríos y no el reflejo de tus sentimientos. A pesar de esto, se conservan siempre los recuerdos, las sonrisas, los consejos y en último caso el consuelo que él se fue en su ley, haciendo lo que siempre más le gusto, estar metido entre esos fierros, no importando nada, ni los consejos sobre los resfriados mal cuidados ni el riesgo que un hombre de su edad podría correr al exponerse así. Para que oírlos, no valía la pena, que iban a entender ellos de la alegría que para él representaba ver a su "cacharro", jamás iban a comprender que fue el motivo para levantarte todas estas mañanas luego que ella murió... Era hacer ronronear ese motor, mirar el movimiento constante de correas y pistones lo que te mantenía vivo, alerta. Tener ese auto a punto, con bencina y reluciente, cual espejo, listo para salir a cazar con tus amigotes y contemplar esos maravillosos amaneceres en la niebla. No me puede desperdir bien de él aquel día en el cementerio, la fiebre con suerte me permitía estar de pie, sin embargo, desde acá, con la lluvia mojando casi todos los rincones de esta angosta faja de tierra, le mando todas las gracias del mundo por estar conmigo, por ayudarme, por darme tantas tardes de conversaciones increibles, por el cariño y sobre todo por enseñarme de la vida. Donde quiera que este, le envió esta historia pelotera (como las muchas que escuchaste pacientemente...) ya que como él...ellos también se fueron de este mundo con las botas bien puestas.

"Corre 1942, las tropas nazis han invadido la URSS y ocupan Kiev, capital ucraniana. Josif Kordik, dueño de la Panadería Nº 3, almuerza en un restaurante cuando divisa en la vereda del frente a Nikolai Trusevich, arquero del popular Dínamo. La guerra ha obligado a disolver el equipo y sus jugadores se han dispersado. El gigante Trusevich -hambriento y muerto de frío- recién ha salido de un campo de prisioneros y deambula sin saber dónde dormir.
La reacción natural del hincha habría sido pedirle un autógrafo al ídolo. Kordik no sólo hace eso: le ofrece trabajo como barrendero. Colaboracionista alemán, ve pronto una oportunidad única. Gracias a Trusevich recluta en su fábrica a una docena de las mayores estrellas del balompié local. "Me escondía en la casa de mi suegra. Nikolai me contó la idea y lo ayudé a encontrar al resto de los muchachos", relata el wing Makar Goncharenko. Los desesperados cracks reciben comida y techo cuando el país está en ruinas.

Hasta aquí podría ser una historia ejemplar. Pero Kordik no es un tipo misericordioso y aprovecha su poder para crear un equipo personal que entrena en el patio de la panadería. Simpatizantes comunistas, los jugadores deciden que su camiseta sea de un color rojo furioso. Así nace el FC Start, una verdadera selección de Kiev que sin saberlo camina al matadero. "No tenemos armas, pero venceremos en la cancha a los fascistas bajo los colores de nuestra bandera", proclama el arquero Trusevich antes del primer partido oficial, que juegan con botas de trabajo y overoles recortados.

Los nazis usaron al fútbol como instrumento de propaganda. Quisieron organizar el abortado Mundial de 1942 y dos semanas antes de la caída de Berlín aún se jugaban partidos de copa. Un equipo de la anexada Austria, el Rapid de Viena, figura como campeón de la temporada 1941 del balompié alemán. En cada país ocupado se organizaron torneos para brindar a la población una falsa sensación de normalidad. Eso sucedió en Ucrania. En la extraña liga creada en 1942 participaron seis cuadros. Cuatro representaban a ejércitos del Eje. El quinto era el Rukh, formado por colaboracionistas locales; el sexto, el FC Start, que en el primer partido aplastó por 7 a 2 a sus compatriotas.

Kordik los había obligado a participar pese al evidente riesgo. La caridad de sus compatriotas les permitió comprar calcetines y pantalones cortos para los siguientes encuentros. Sin querer, el Start se había convertido en símbolo de la resistencia y en un buen negocio. Jugando en un pequeño y atiborrado estadio siguió goleando sin piedad a sus rivales. El 6 de agosto se coronó campeón invicto humillando por 5 a 1 al Flakelf, el invencible seleccionado de la Luftwaffe. "Pese al marcador, ambos equipos fueron parejos", informó una escueta nota de prensa nazi.
Al día siguiente los alemanes tapizaron Kiev con carteles que anunciaban una innecesaria revancha, que se jugaría dos días después. Ese caluroso domingo 9 de agosto, el Estadio Zenit estaba repleto. En la tribuna, oficiales nazis; en las galerías, el pueblo ucraniano custodiado por soldados y mastines. El árbitro advirtió al Start que debía saludar a sus rivales con un sonoro "Heil, Hitler". En vez de ello, en la cancha los ucranianos se golpearon el pecho y gritaron a la usanza comunista.

El primer tiempo fue un festival de patadas que el réferi no quiso ver. Trusevich permaneció varios minutos inconsciente luego de ser golpeado en la cabeza y, sin arquero, los germanos abrieron la cuenta. Pese al robo, los de rojo se fueron al descanso venciendo por tres a uno, con dos tantos del goleador Ivan Kuzmenko. Las graderías hervían y el comandante de ocupación Eberhardt era insultado por un verdadero coro popular.

En el entretiempo, un oficial nazi entró al camarín del Start. "Deben comprender las consecuencias de sus actos", les advirtió. Sin embargo el orgullo fue más fuerte y los rojos vencieron por 5 a 3. El árbitro suspendió el partido luego de que Aleksei Klimenko, defensa ucraniano, gambeteó a medio equipo rival, llegó hasta la línea de gol y en vez de anotar volvió caminando con el balón al círculo central. La multitud enloqueció e incluso soldados húngaros y rumanos, aliados alemanes, participaron de revueltas en las afueras del estadio.

Extrañamente, el fin de semana siguiente el FC Start volvió a jugar y goleó por 8 a 0 al Rukh. Pero dos días después nueve de sus jugadores fueron detenidos por la Gestapo y acusados de sedición. El volante Nikolai Korotkykh fue ejecutado en el acto: su propia hermana lo había denunciado como espía ruso. Tras semanas de torturas el resto fue enviado al tenebroso campo de concentración de Siretz. Luego de un ataque de partisanos ucranianos se ordenaron fusilamientos selectivos como amedrentamiento. Kuzmenko, Klimenko y el arquero Trusevich fueron ejecutados. Sus cuerpos fueron lanzados a un barranco.

Sólo cuatro miembros del FC Start sobrevivieron hasta la liberación rusa. Lo que vino fue absurdo. Autoridades estalinistas los acusaron de traición por confraternizar con el enemigo y sólo salvaron la vida jurando guardar silencio para siempre. Pero su leyenda crecía en Ucrania y en los años 60 salió a la luz. La adornada historia oficial establecía que luego de la victoria contra los nazis los once jugadores del equipo, aún uniformados, habían sido fusilados en un risco con los puños en alto. Esa versión fue recogida por el uruguayo Eduardo Galeano en su relato "La Pelota como Bandera".

Tras la caída de la URSS se conoció la verdad. Makar Goncharenko era el único miembro del FC Start que aún vivía y por fin pudo hablar. Poco antes de fallecer en 1996 conversó con el periodista inglés Andy Dougan, autor del libro "Dínamo: Defendiendo el honor de Kiev" (recientemente publicado en español). El viejo lateral tenía la película muy clara y no se creía un héroe: "Mis amigos no murieron porque fueran grandes jugadores, murieron como tantos otros porque dos regímenes totalitarios se enfrentaron. Estábamos condenados a ser víctimas de una masacre a gran escala".

En Ucrania, los jugadores del FC Start hoy son héroes patrios y su ejemplo de coraje se enseña en los colegios. En el estadio Zenit una placa reza "A los jugadores que murieron con la frente en alto ante el invasor nazi". Y quienes conservan una entrada del partido más triste de la historia tienen asegurado de por vida el pase gratis para alentar al Dínamo de Kiev" (aportado por http://www.unsentimiento.cl/)

domingo, 6 de mayo de 2007

La Traición


Primero que todo, las más sinceras disculpas al amable cibernauta que se pasea por esta página plagada de comentarios peloteros, la práctica profesional, un par de problemillas a nivel personal en conjunto con la mala vida y la poca vergüenza me tenían alejado del blog, pero, de aquí en más (espero) que las entregas sean más periódicas.

Pasando ya netamente al tema futbolero, el título (tan capcioso como aleatorio...lo juro!) responde a uno de los pecados imperdonables que puede cometer un futbolista, por los cuales los hinchas ofendidos esperamos que el autor de tamaña felonía arda en alguno de los círculos del infierno... me refiero a la traición al equipo, los colores o la camiseta, Ojo, que con traición no hablo del éxodo necesario que debe tener todo trabajador del balonpie para crecer a nivel profesional(y sobre todo, económico) sino de aquella infidelidad cometida por aquel que busca ir al archirrival, al equipo detestado a muerte por la fanaticada que alguna vez lo vitoreó y que ahora, lo quieren ver bajo 3 metros de tierra.

Es así, amable cibernauta, que aquel que alguna vez hizo delirar a la hinchada pasa a ser la encarnación del mal, de todo lo repudiable de la naturaleza humana, arrastrando consigo en su manto maléfico a presidentes, tesoreros, secretarios, técnicos, paramédicos, agüateros, etc etc etc, que permitieron que el ahora innombrable vista la tricota rival. Generalmente la reacción del hincha del fútbol, del ferviente devoto que domingo tras domingo ruega a los cielos por un triunfo es variable, sin embargo se pueden distinguir claramente 3 instancias de su calvario:

1- Fase de sorpresa o " No puede ser": Es aquel momento donde el hincha vía, diarios, revistas especializadas e informes de programas deportivos, se entera de la noticia, sin embargo no da crédito ( confía remotamente que NO sea así) a lo anunciado por lo que atribuye lo reseñado a un error tipográfico, a un tipo de confusión por parte del notero o bien a una torpe broma del día de los inocentes. Luego de revisar concienzudamente el calendario (y darse cuentas que esta recién en enero, fecha de las transferencias del mercado local) comienza a sentir violentos dolores estomacales u opresiones en el pecho acompañados de múltiples palabras de grueso calibre contra la parentela del jugador y de los dirigentes que NO hicieron lo suficiente para retener al crack.

2- Fase de resignación o "Por que se fue, por qué nos dejo": Luego del impacto y la ratificación de tan nefasta noticia, el hincha comienza a rememorar las gambetas, goles e incluso atajadas que hayan hecho que el club, SU club ganara partidos importantes (incluso clásicos contra el nuevo equipo del jugador) así pasa los fines de semana viendo videos recordando lo bueno que era y, en más de una oportunidad, tendra que secar la lágrima que le recorre la mejilla ante tantas tardes de buen futbol regaladas.

3- Fase furibunda, de odio absoluto o "%$&/"@madre": Es la fase final, frenética cargada del resentimiento que sólo puede comprender la persona que se encuentra al lado tuyo en el tablón. Aquí, luego de todas las penurias que le provocó su marcha a la "casa del frente", llega el momento que, al verlo asomar por el túnel con la camiseta del rival, el hincha se convierte en un individuo irracional, cargado de rabia que no entiende razón alguna y que, como un autómata empieza a proferir dichos acerca de la alimentación del crack ("muerto de hambre recu&* o) de su tendencia sexual, de su nueva condicion económica y el precio relativo que tiene su vida ("¿cuanto te pagaron ....rechu.%%&$? /vendido conch#&% ) de los origenes poco santos de su progenitora, e incluso apuntes sobre su condición higénica (cochino cu*%0) Lo cieto es que, al tocar el balón. la silbatina más espectacular que pueda recibir un ser humano baje de las gradas para causar un grave trauma psicológico en el jugador, el cual se prolongará por los 90 minutos de juego, la ducha despúes del partido, durante los comentarios a la prensa , camino a su casa, de compras en el supermecado durante la semana posterior al clásico y finalmente, donde exista un hincha con buena memoria que cubra el dolor de la partida con un racimo de puteadas surtidas.

lunes, 12 de marzo de 2007

La palabra de los grandes


Los grandes jugadores, aquellos que hacen historia pisando el balón, acariciándolo y haciendo magia con este, por lo general, no tienen la misma lucides al dar un comentario u opinión, dejando como frases célebres o notables, errores que en cualquier otra ocasión y de ser otra persona pasarían rápidamente al olvido. No es la obligatoriedad de un grande contestar aristotélicamente o tener LA respuesta acertada para todas las interrogantes que los ágiles reporteros e informante de cancha le formulan, pues, cumplen de sobra con su deber pagando religiosamente sus cuotas de buen fútbol y de jugadas que te dejan el corazón en la mano, semana tras semana en el verde rectángulo.

No obstante lo anterior, aquellos dichos quedan y permanecen en el inconciente, convirtiéndose en parte integral del crack. Famoso es el caso del gran Leonel Sánchez y su frase "Que gane el más mejol" o alguna de las citas que emanaron del increíble (y para algunos, mejor de todos los tiempos, por sobre Pelé y Maradona) Garrincha como por ejemplo; al ser consultado por su pasividad tras la obtención del título del mundo en Suecia 1958 señalo que no entendía por que tanta celebración y preguntó al sorprendido periodista contra que rival jugaría Brasil tras este partido. Se suman a este las declaraciones de Adolfo Pedernera, miembro insigne de la "Máquina de hacer Goles" de River Plate quien una vez declaró; "No es cierto que anduviéramos por ahí corriendo mujeres. Nosotros no las corríamos: ellas se dejaban agarrar", las palabras vertidas por Gary Liniker, uno de los más grandes goleadores de la historia del fútbol ingles y máximo artillero del mundial de 1986 quien dijo en una ocasión, “No hay nada entre medio. O eres bueno, o eres malo. Nosotros estuvimos entre medio", las proferidas por Ronaldo quien dijo “Perdimos por que no ganamos”, o las desafortunadas declaraciones dadas por Diego Armando Maradona quien una vez señalo; "Cuando me drogaba no me aventajaba, me perjudicaba...tenía dos enganches menos"

Así y todo, el algunas ocasiones los futbolistas han logrado dar en el clavo con el tenor de sus declaraciones y en otras, hacer verdaderas apologías a lo grandioso que es el juego, esta el caso de Jorge Valdano, campeón del mundo con la Argentina del Diego, quien a la fecha lleva 5 libros sobre el redondo arte del balonpie, siendo el de mayor trascendencia "Sueños de fútbol". Personalmente, creo que la mejor apología realizada por algún futbolista hacia el arte de amar la bola de 32 cascos fue la realizada por Mario Desiderio, el jugador más grande de la historia de O´Higgins de Rancagua quien entre sus gambetas que aún se recuerdan en el estadio El Teniente, realizó las siguientes preguntas recogidas en el libro "La vida es un Balón":

"¿Cómo saber lo que es amor, si nunca te hiciste hincha de un club?, ¿Cómo saber lo que es dolor si jamás un defensa te azotó la tibia y el peroné?, ¿Cómo saber lo que es placer si nunca ganaste un clásico de barrio?, ¿Cómo saber lo que es llorar si jamás perdiste un clásico sobre la hora y con un penal dudoso?, ¿Cómo saber lo que es poesía si nunca hiciste una gambeta?, ¿Cómo saber lo que es humillación si jamás te hicieron un túnel?, ¿Cómo saber lo que es amistad si nunca devolviste una pared?, ¿Cómo saber lo que es el pánico si jamás te sorprendieron mal parado en un contragolpe?, ¿Cómo saber lo que es la soledad si nunca te paraste entre los tres palos a 12 pasos de tu ejecutor?, ¿Cómo saber lo que es la discriminación si en ninguna cancha te gritaron "negro de mierda"?, ¿Cómo saber lo que es insomnio si jamás te fuiste al descenso?, ¿ Cómo saber lo que es odio si nunca hiciste un autogol?, ¿Cómo saber lo que es la vida...Si jamás jugaste al fútbol?"

viernes, 23 de febrero de 2007

Los Amores


Para todo pelotero bien criado, de aquellos que esperan con ansias el fin de semana para ir al estadio, que juntan peso tras peso para lograr entradas cada vez más caras -en canchas cada vez mas deteriorados- que pierden incontables horas de sueño gentileza de los programas deportivos (¿cuando será el día que las brillantes mentes de los diversos canales se apiadaran de nosotros y harán UN espacio digno con comentarios decentes y buenas imágenes de los diversos partidos a una hora medianamente normal?) y gastan su dinero los lunes por el diario matutino que le indica lo que ya sabe, pero que necesita ser ratificado por un tercero, ha existido una eterna dicotomía, tan vieja como el hilo negro o la vida misma; la presencia de la esposa, pareja novia o polola que eternamente pone en jaque el corazón del buen hincha.

El problema no radica en una falta de integración a los espacios para convertirlos en comunes, cada vez muchas mas chicas van al estadio y ponen ese toque femenino necesario entre tanto hombre sudado y prosaico que de cada 5 palabras emite 4 garabatos, muchas incluso juegan fútbol (mejor que algunos amigos mios) se organizan en ligas y disputan campeonatos con pasión desenfrenada e incluso en ocasiones, tuvieron la mala fortuna de ser mal influenciadas por su padre o parientes cercanos que las convierten en hinchas acérrimas del archirival de tú club generando más de un conflictivo y acalorado debate (que suele derivar con cortes violentos de teléfono, portazos en la cara y demases). El conflicto se genera cuando la mujer-compañera-pareja, considera al futbol y la camiseta de su amado como un enemigo que se introduce en la relación y la amenazan constantemente por las ausencias reiteradas del sufrido gañán.

A riesgo de parecer misógeno, es muy difícil que una mujer no-futbolizada comprenda o dimensione la importancia que tiene en la vida de un pelotero la victoria de su elenco o bien la obtención de un logro mayor (torneo nacional, campeonato internacional, triunfo de la selección, etc) por lo que se arma de coraje, valor, y sobre todo, altas cuotas de irritabilidad para sacarlo de quicio a uno, ya sea evitando que uno vaya al estadio, molestando a rabiar en aquellos partidos que se deben ver en tv (preguntando por jugadores retirados, señalando atributos físicos de los cracks del equipo rival, o bien preguntando cosas como: "¿por que el arquero no más la toma con la mano?" "que pasa si les hacen un gol" o la mejor de todas ""¿fue de tu equipo o de otro el penal que cobraron?") o generando (inventando!) visitas totalmente fuera de contextos a parientes o lugares que seguirán ahí después de los 90 minutos de juego. Sin restar mérito a lo comprensivas, amorosas y en general maravillosas que son las mujeres -más aún si están profundamente enamoradas- la chica no futbolizada que ve en la pelotita un rival, considera que debe derrotar ese último reducto de libertad, propio y exclusivo del tipo que está a su lado para que su felicidad sea completa, así se genera la eterna disputa que nunca tiene un claro ganador. A modo de anécdota hace muchos años atrás, una chica por la cual estaba sumamente embelesado me pregunto en un momento de amor que era más importante para mi, si mi club o ella y si sería capaz de dejar de ir domingo tras domingo al estadio, ante lo lenta de mi respuesta comenzó a indignarse, pero perdió finalmente los estribos cuando le dije que de verdad no me hiciera elegir por que no le iba a gustar mi decisión. Cosas como esa le hicieron pensar a aquella chica (y a varias más) que yo no era el tipo indicado en su vida al igual que a muchos que vivieron esta situación, pero que siguen felices viendo los verdes prados de unaa cancha de futbol

domingo, 18 de febrero de 2007

La primera vez...


En la vida de las personas, generalmente uno encuentra hechos o acontecimientos que lo marcan, cosas que para algunas personas pueden pasar desapercibidas o no tienen la más mínima connotación, para otras, por el contrario, suelen tener un peso tal que cambia el curso de su vida por completo, cual teoría del caos o efecto mariposa, su existencia queda condicionada a aquel suceso por un tiempo determinado o toda una vida.

Así aquella primera vez, en todo aspecto de la vida (incluso en aquella obvia connotación de la frase...) termina marcándolo a uno a fuego, es el acontecimiento que desencadena miles de otras situaciones que terminan llenando los espacios de aquella persona. Lo dicho se aplica a la perfección al fútbol, sobre todo si es una ilusión generada en la tierna infancia que, cual bola de nieve, crece en el corazón de cada uno, ya sea con una pelota, la camiseta de futbol, la foto con el símbolo del equipo o la figurita de un simple álbum. Bien retrata lo anterior Nick Hornby en su libro "Fiebre en las Gradas" en donde una sencilla invitación hecha por su viejo (posterior a la separación de sus padres) a ver un partido del Arsenal cambia el curso de su vida, llevándolo a señalar que los años -para él- se cuentan por temporadas y que los períodos estivales eran los más dificiles de sobrellevar pues no había partidos oficiales en casi ninguna parte del mundo.

Guardando las proporciones, el caso de quien escribe es similar, mi amor por la pelotita nació a mediados de los 80 cuando mi vieja , como regalo del día del niño (¿10 de agosto puede ser?) me llevo por primera vez al Estadio Nacional a presenciar un Superclásico, por razones que aún desconozco (pero creo que se deben a la falta de oficio que posee mi madre hasta el día de hoy para ir al estadio) quedamos sentados en la galería del equipo rival. A pesar de ese error, el partido aún permanece en mi mente y corazón pues mi equipo ganó aquel día, con un único gol que mis jugadores -atravezando la pista de rekortán- corrieron a celebrar con la hinchada, que levantaba los brazos y desplegaba una vieja bandera que se vio hasta principios de los 90`s en las canchas del país. Desde el frente de aquel bello espectáculo, mi mamá gritaba el gol tan fuerte como yo, nos abrazabamos, saltabamos y reíamos a pesar de los garabatos, diatribas y maníes arrojados por la hinchada rival (el amable cibernauta que pasea por este blog comprenderá que eran otras épocas donde el errar en la ubicación geográfica dentro del estadio no costaba mutilaciones, lesiones graves, leves o bien, la vida de una persona) nada de eso importó finalmente salvo la alegría de aquel día. Así, caminando hacia la casa aquella feliz noche, banderita en mano (otro regalo más de mi vieja linda) con los pasos cortos y la sonrisa de alegría que solo un niño puede tener, no logré percatarme ni comprender el alcance que habría de tener aquel partido, que por los siguientes años cambiaría toda mi vida o al menos, gran parte de mis sábados y domingos.



sábado, 17 de febrero de 2007

Esto comienza amables oyentes...!!!

Con una de aquellas frases clásicas. de esas de antaño en que todo era mas lento y más barato, he decidido comenzar este humilde blog. Si bien ya tuvo dos existencias previas, ambas fueron frustradas a causa de la maldita tecnología que generalmente lo dejan a uno off - side, sin embargo y gracias a la "asesoría experta" recibida, he logrado al fin (y espero que por mucho tiempo) lanzar este espacio que se trata de algo tan sencillo como correr tras un balón, ya sea en la calle con dos piedras por arco, en un potrero o en un estadio repleto. Porque quiera reconocerlo o no el amable cibernauta que recorre este blog, el futbol es el opío del pueblo, en especial del sudamericano, es una expresión que va más alla de una racionalidad, ciencia o dogma, es la esperanza del pobre y el pasatiempo del rico, en si ...es la vida misma.

Esta página no busca dar millones de números, estadisticas o resultados, sino que mas bien un esfuerzo por entrelazar recuerdos propios y ajenos, aquellas anecdotas o historias que siempre giran en torno a una pelota y que se convierten en parte de la vida misma.