viernes, 23 de febrero de 2007

Los Amores


Para todo pelotero bien criado, de aquellos que esperan con ansias el fin de semana para ir al estadio, que juntan peso tras peso para lograr entradas cada vez más caras -en canchas cada vez mas deteriorados- que pierden incontables horas de sueño gentileza de los programas deportivos (¿cuando será el día que las brillantes mentes de los diversos canales se apiadaran de nosotros y harán UN espacio digno con comentarios decentes y buenas imágenes de los diversos partidos a una hora medianamente normal?) y gastan su dinero los lunes por el diario matutino que le indica lo que ya sabe, pero que necesita ser ratificado por un tercero, ha existido una eterna dicotomía, tan vieja como el hilo negro o la vida misma; la presencia de la esposa, pareja novia o polola que eternamente pone en jaque el corazón del buen hincha.

El problema no radica en una falta de integración a los espacios para convertirlos en comunes, cada vez muchas mas chicas van al estadio y ponen ese toque femenino necesario entre tanto hombre sudado y prosaico que de cada 5 palabras emite 4 garabatos, muchas incluso juegan fútbol (mejor que algunos amigos mios) se organizan en ligas y disputan campeonatos con pasión desenfrenada e incluso en ocasiones, tuvieron la mala fortuna de ser mal influenciadas por su padre o parientes cercanos que las convierten en hinchas acérrimas del archirival de tú club generando más de un conflictivo y acalorado debate (que suele derivar con cortes violentos de teléfono, portazos en la cara y demases). El conflicto se genera cuando la mujer-compañera-pareja, considera al futbol y la camiseta de su amado como un enemigo que se introduce en la relación y la amenazan constantemente por las ausencias reiteradas del sufrido gañán.

A riesgo de parecer misógeno, es muy difícil que una mujer no-futbolizada comprenda o dimensione la importancia que tiene en la vida de un pelotero la victoria de su elenco o bien la obtención de un logro mayor (torneo nacional, campeonato internacional, triunfo de la selección, etc) por lo que se arma de coraje, valor, y sobre todo, altas cuotas de irritabilidad para sacarlo de quicio a uno, ya sea evitando que uno vaya al estadio, molestando a rabiar en aquellos partidos que se deben ver en tv (preguntando por jugadores retirados, señalando atributos físicos de los cracks del equipo rival, o bien preguntando cosas como: "¿por que el arquero no más la toma con la mano?" "que pasa si les hacen un gol" o la mejor de todas ""¿fue de tu equipo o de otro el penal que cobraron?") o generando (inventando!) visitas totalmente fuera de contextos a parientes o lugares que seguirán ahí después de los 90 minutos de juego. Sin restar mérito a lo comprensivas, amorosas y en general maravillosas que son las mujeres -más aún si están profundamente enamoradas- la chica no futbolizada que ve en la pelotita un rival, considera que debe derrotar ese último reducto de libertad, propio y exclusivo del tipo que está a su lado para que su felicidad sea completa, así se genera la eterna disputa que nunca tiene un claro ganador. A modo de anécdota hace muchos años atrás, una chica por la cual estaba sumamente embelesado me pregunto en un momento de amor que era más importante para mi, si mi club o ella y si sería capaz de dejar de ir domingo tras domingo al estadio, ante lo lenta de mi respuesta comenzó a indignarse, pero perdió finalmente los estribos cuando le dije que de verdad no me hiciera elegir por que no le iba a gustar mi decisión. Cosas como esa le hicieron pensar a aquella chica (y a varias más) que yo no era el tipo indicado en su vida al igual que a muchos que vivieron esta situación, pero que siguen felices viendo los verdes prados de unaa cancha de futbol

domingo, 18 de febrero de 2007

La primera vez...


En la vida de las personas, generalmente uno encuentra hechos o acontecimientos que lo marcan, cosas que para algunas personas pueden pasar desapercibidas o no tienen la más mínima connotación, para otras, por el contrario, suelen tener un peso tal que cambia el curso de su vida por completo, cual teoría del caos o efecto mariposa, su existencia queda condicionada a aquel suceso por un tiempo determinado o toda una vida.

Así aquella primera vez, en todo aspecto de la vida (incluso en aquella obvia connotación de la frase...) termina marcándolo a uno a fuego, es el acontecimiento que desencadena miles de otras situaciones que terminan llenando los espacios de aquella persona. Lo dicho se aplica a la perfección al fútbol, sobre todo si es una ilusión generada en la tierna infancia que, cual bola de nieve, crece en el corazón de cada uno, ya sea con una pelota, la camiseta de futbol, la foto con el símbolo del equipo o la figurita de un simple álbum. Bien retrata lo anterior Nick Hornby en su libro "Fiebre en las Gradas" en donde una sencilla invitación hecha por su viejo (posterior a la separación de sus padres) a ver un partido del Arsenal cambia el curso de su vida, llevándolo a señalar que los años -para él- se cuentan por temporadas y que los períodos estivales eran los más dificiles de sobrellevar pues no había partidos oficiales en casi ninguna parte del mundo.

Guardando las proporciones, el caso de quien escribe es similar, mi amor por la pelotita nació a mediados de los 80 cuando mi vieja , como regalo del día del niño (¿10 de agosto puede ser?) me llevo por primera vez al Estadio Nacional a presenciar un Superclásico, por razones que aún desconozco (pero creo que se deben a la falta de oficio que posee mi madre hasta el día de hoy para ir al estadio) quedamos sentados en la galería del equipo rival. A pesar de ese error, el partido aún permanece en mi mente y corazón pues mi equipo ganó aquel día, con un único gol que mis jugadores -atravezando la pista de rekortán- corrieron a celebrar con la hinchada, que levantaba los brazos y desplegaba una vieja bandera que se vio hasta principios de los 90`s en las canchas del país. Desde el frente de aquel bello espectáculo, mi mamá gritaba el gol tan fuerte como yo, nos abrazabamos, saltabamos y reíamos a pesar de los garabatos, diatribas y maníes arrojados por la hinchada rival (el amable cibernauta que pasea por este blog comprenderá que eran otras épocas donde el errar en la ubicación geográfica dentro del estadio no costaba mutilaciones, lesiones graves, leves o bien, la vida de una persona) nada de eso importó finalmente salvo la alegría de aquel día. Así, caminando hacia la casa aquella feliz noche, banderita en mano (otro regalo más de mi vieja linda) con los pasos cortos y la sonrisa de alegría que solo un niño puede tener, no logré percatarme ni comprender el alcance que habría de tener aquel partido, que por los siguientes años cambiaría toda mi vida o al menos, gran parte de mis sábados y domingos.



sábado, 17 de febrero de 2007

Esto comienza amables oyentes...!!!

Con una de aquellas frases clásicas. de esas de antaño en que todo era mas lento y más barato, he decidido comenzar este humilde blog. Si bien ya tuvo dos existencias previas, ambas fueron frustradas a causa de la maldita tecnología que generalmente lo dejan a uno off - side, sin embargo y gracias a la "asesoría experta" recibida, he logrado al fin (y espero que por mucho tiempo) lanzar este espacio que se trata de algo tan sencillo como correr tras un balón, ya sea en la calle con dos piedras por arco, en un potrero o en un estadio repleto. Porque quiera reconocerlo o no el amable cibernauta que recorre este blog, el futbol es el opío del pueblo, en especial del sudamericano, es una expresión que va más alla de una racionalidad, ciencia o dogma, es la esperanza del pobre y el pasatiempo del rico, en si ...es la vida misma.

Esta página no busca dar millones de números, estadisticas o resultados, sino que mas bien un esfuerzo por entrelazar recuerdos propios y ajenos, aquellas anecdotas o historias que siempre giran en torno a una pelota y que se convierten en parte de la vida misma.