domingo, 6 de mayo de 2007

La Traición


Primero que todo, las más sinceras disculpas al amable cibernauta que se pasea por esta página plagada de comentarios peloteros, la práctica profesional, un par de problemillas a nivel personal en conjunto con la mala vida y la poca vergüenza me tenían alejado del blog, pero, de aquí en más (espero) que las entregas sean más periódicas.

Pasando ya netamente al tema futbolero, el título (tan capcioso como aleatorio...lo juro!) responde a uno de los pecados imperdonables que puede cometer un futbolista, por los cuales los hinchas ofendidos esperamos que el autor de tamaña felonía arda en alguno de los círculos del infierno... me refiero a la traición al equipo, los colores o la camiseta, Ojo, que con traición no hablo del éxodo necesario que debe tener todo trabajador del balonpie para crecer a nivel profesional(y sobre todo, económico) sino de aquella infidelidad cometida por aquel que busca ir al archirrival, al equipo detestado a muerte por la fanaticada que alguna vez lo vitoreó y que ahora, lo quieren ver bajo 3 metros de tierra.

Es así, amable cibernauta, que aquel que alguna vez hizo delirar a la hinchada pasa a ser la encarnación del mal, de todo lo repudiable de la naturaleza humana, arrastrando consigo en su manto maléfico a presidentes, tesoreros, secretarios, técnicos, paramédicos, agüateros, etc etc etc, que permitieron que el ahora innombrable vista la tricota rival. Generalmente la reacción del hincha del fútbol, del ferviente devoto que domingo tras domingo ruega a los cielos por un triunfo es variable, sin embargo se pueden distinguir claramente 3 instancias de su calvario:

1- Fase de sorpresa o " No puede ser": Es aquel momento donde el hincha vía, diarios, revistas especializadas e informes de programas deportivos, se entera de la noticia, sin embargo no da crédito ( confía remotamente que NO sea así) a lo anunciado por lo que atribuye lo reseñado a un error tipográfico, a un tipo de confusión por parte del notero o bien a una torpe broma del día de los inocentes. Luego de revisar concienzudamente el calendario (y darse cuentas que esta recién en enero, fecha de las transferencias del mercado local) comienza a sentir violentos dolores estomacales u opresiones en el pecho acompañados de múltiples palabras de grueso calibre contra la parentela del jugador y de los dirigentes que NO hicieron lo suficiente para retener al crack.

2- Fase de resignación o "Por que se fue, por qué nos dejo": Luego del impacto y la ratificación de tan nefasta noticia, el hincha comienza a rememorar las gambetas, goles e incluso atajadas que hayan hecho que el club, SU club ganara partidos importantes (incluso clásicos contra el nuevo equipo del jugador) así pasa los fines de semana viendo videos recordando lo bueno que era y, en más de una oportunidad, tendra que secar la lágrima que le recorre la mejilla ante tantas tardes de buen futbol regaladas.

3- Fase furibunda, de odio absoluto o "%$&/"@madre": Es la fase final, frenética cargada del resentimiento que sólo puede comprender la persona que se encuentra al lado tuyo en el tablón. Aquí, luego de todas las penurias que le provocó su marcha a la "casa del frente", llega el momento que, al verlo asomar por el túnel con la camiseta del rival, el hincha se convierte en un individuo irracional, cargado de rabia que no entiende razón alguna y que, como un autómata empieza a proferir dichos acerca de la alimentación del crack ("muerto de hambre recu&* o) de su tendencia sexual, de su nueva condicion económica y el precio relativo que tiene su vida ("¿cuanto te pagaron ....rechu.%%&$? /vendido conch#&% ) de los origenes poco santos de su progenitora, e incluso apuntes sobre su condición higénica (cochino cu*%0) Lo cieto es que, al tocar el balón. la silbatina más espectacular que pueda recibir un ser humano baje de las gradas para causar un grave trauma psicológico en el jugador, el cual se prolongará por los 90 minutos de juego, la ducha despúes del partido, durante los comentarios a la prensa , camino a su casa, de compras en el supermecado durante la semana posterior al clásico y finalmente, donde exista un hincha con buena memoria que cubra el dolor de la partida con un racimo de puteadas surtidas.