viernes, 22 de febrero de 2008

El Guardián de los Tres Palos





"Todo lo bueno y decente de esta vida, lo aprendí bajo el arco en una cancha de fútbol"


- Albert Camus -


Este será un ejercicio de honestidad brutal, creo que de lo mas sincero y personal que haya escrito en esta ventana internetera. Lo admito amable cibernauta, NO soy un crack jugando a la pelota, soy de esos jugadores de la media para abajo, el eterno "maomeno", de aquellos que cuando llegaba la hora del proceso electivo en las pichangas del barrio eran elegidos en 3º o 4º opción. Así, preso en esta verdadera pesadilla evolutiva-futbolística, sólo me salvaba de aquellos espécimenes inferiores en el arte del balónpie (esos que no hacían jueguitos o no podían dominar el balón ni con bote de por medio, que tan sólo jugaban en vacaciones por que sus papás no los dejaban "pelusear" en época de clases o que salían con permiso hasta que se encendiera el alumbrado público por que a eso de las 21 o 22 horas EN VERANO! ya tenían que estar acostados) mi porte, envergadura física o bien el hecho que era el dueño, amo y señor del balón de cuero, lo que traía el plus adicional de quedar siempre en el mejor equipo o ser el que elegía a las codiciadas "estrellas", los machos alfas dominadores o espécimenes superiores del proceso de selección natural en los añosos partidos jugados en la calle entre piedras y árboles (Esto tiene su explicación lógica amable cibernauta en que su humilde servidor en más de una ocasión acabo abruptamente el lance por la injusticia en la repartición equitativa de cracks. Ante el riesgo inminente de llevarme la tan codiciada esférica y dejar a mis amigos sin entretención por el resto de la tarde - noche, se opto por lo más sano que era entregarme el derecho de pernada futbolera y asirme de tales contrataciones)

Sin embargo, mi mayor atributo futbolístico no pasaba por estos hechos físicos o dictatoriales, sino más bien por el puesto en el cual jugué casi el 70% de mi vida: El arco. Lo de mi elección no era antojadiza, ante mi NULA efectividad en las redes rivales, ante la falta de sensibilidad con el balón y - derechamente - talento para calzarme la función de conductor del equipo o bien mi eterna carencia de estado aeróbico para ser el hombre de contención (el clásico número 6 en Chile conocido como el "5" en otras partes) solamente restaban las función de defensa o la de portero. Como siempre fui/he sido víctima de delanteros veloces y voraces y de un mal carácter de los mil demonios dentro de una cancha de fútbol, lo más seguro era que terminara viendo el partido desde las gradas tempranamente por expulsión o por el dolor de cadera y cuello que provocaba cada gambeta o amague de la ofensiva de turno. Así que tanto mis compañeros de equipo/profesores de educación física/ entrenadores, me señalaron el arco como mi destino. Fue en este lugar donde logre mis mejores actuaciones a lo largo de la vida y conseguí mi (exigua) gloria futbolística, me di cuenta que tenía lo que se necesitaba, buenos reflejos, anticipación, coraje pero por sobre todo, un biotipo físico (alto + robusto o francamente gordo = tapaba el arco) necesario para la posición. Pero además existía un elemento secreto extra, interno y muy particular que me motivaba aún más que cualquier cosa señalada : Ser arquero del equipo era LA oportunidad que tenía para ser la estrella del partido...ya que de MIS manos y atajadas dependía la seguridad del resultado.

Lo anterior debe ser visto en perspectiva, si usted amable cibernauta varón creció en cualquier rincón de nuestra larga y angosta faja de tierra (o en cualquier parte de Sudamérica) por las décadas del 80`y 90`sabrá la importancia que tenia en la escala infanto - social el hecho de jugar bien al balón o ser importante dentro de un equipo; Daba la oportunidad de ampliar el círculo de amistades, otorgaba inmunidad ante las eventuales palizas que te podían dar los matones del curso (si usted era un abusador, aparte de la fama de golpeador obtenía un aura de invulnerabilidad y respeto extra de parte de sus pares), le proveía de colación gratuita en los recreos (equivalente a comprar su pase futbolistico por 10 o 15 minutos, dependiendo de cuanto durara este lapso de esparcimiento) garantizaba el intercambio de láminas necesarias para completar sus álbumes de fútbol o de series animadas (más de alguno se debe acordar de una de las frases más nefastas de la infancia...la lámina o figura tanto es "LA CLAVE"), facilitaba la obtención de golosinas por parte del dueño del bazar o boliche de la esquina (de preferencia chocolates, chicles o unas bolsitas rosadas de arroz confitado) e incluso si usted era más "maduro" que sus pares, lograba captar las miradas e interés de las niñas más lindas del barrio o de la escuela (aunque no se entendiera bien el porque, uno SABÍA de debía lucirse ante aquella chica que le causaba esa rara sensación de cosquilleo estomacal y vómito).

Con los antecedentes vertidos, es fácil imaginar que mis primeras actuaciones en este puesto fueran nefastas; boletas de proporciones producto mi inexperiencia, la falta (o ausencia total) de calidad por parte de mi equipo de colegio, los cuales NO ayudaban mucho a evitar tales debacles, rasmilladuras varias (producto a que el cuerpo humano no esta diseñado para resistir la fricción con el cemento y ripio mis piernas terminaban - literalmente - como crucigrama de tanta rasmilladura)Sin embargo, esto no hizo más que reafirmar mis ganas de surgir en el puesto -sumado a un ansía de figuración desmesurada para un niñito - por lo que sacrificaba semana tras semana mi anatomía y mi autoestima en los campeonatos del colegio. Por las razones expuestas empecé a buscar referentes futbolísticos en el puesto que yo trataba de dominar, así empecé a admirar a estos guardianes bajo los tres palos cubiertos con una red que podían ser los héroes o villanos con tan sólo una jugada.

El primero de ellos, fue el más grande de todos los arqueros que haya conocido el fútbol chileno: Roberto "Cóndor" Rojas. Independiente de su error (latamente analizado y recordado como una herida que no deja nunca de sangrar) es imposible restarle méritos, liderazgo dentro del campo de juego, extraordinarios reflejos, rechazo fenomenal para cortar los centros, achique sensacional y una cualidad que jamás he vuelto a ver en un arquero, nunca al Cóndor lo encontraron adelantado (como suele sucederle al 99.9% de los arqueros en el fútbol actual, con esa tendencia de jugar como líberos) él se mantenía siempre atajando bien pegado a la línea cal sacando pelotas con agilidad y elegancia nunca antes vistas en las canchas de este país, no con ese estilo "para la foto" que varios porteros cultivan sino que haciendo necesario cada uno de sus movimiento. Con este modelo que seguía sin importar el equipo en que estuviera (no profeso mayor simpatía por el club donde desarrolló gran parte de su carrera en Chile. por lo que fui inmensamente feliz cuando el poderoso Sao Paulo lo contrató) más la experiencia que da partido a partido comencé a pulir mi estilo que si bien jamás me levo a un club de 1º división , me sirvió para jugar en el barrio, en el colegio y posteriormente en la universidad.

Han pasado los años desde aquella decisión que afectó (positivamente) mi "carrera" futbolística y evidencie mejoras en varios puestos de la cancha sin embargo, el primer amor, ese que da el riesgo, vértigo, tensión (strees) del pórtico sumado a la figuración que el puesto otorga, en conjunto a cientos de asados y cervezas que me impiden moverme mucho dentro de un campo de juego sin tener un aparato de resucitación o un tanque de oxigeno al borde de la cancha, me llevaron a amar más el puesto y a admirar a próceres de este verdadero arte de ahogar l grito de gol en las gargantas; como Sergio "Superman" Vargas (lejos el mejor arquero extranjero de todos los tiempos que haya pisado un campo chileno) y su capacidad innata para ganar partidos sólo, o la fuerza y liderazgo que imponía José Luis Félix Chilavert en Paraguay (aún recuerdo cuando el convirtió el gol de tiro libre a los argentinos en el Monumental de Nuñez por las clasificatorias a Francia `98) por esto es que aplaudí a rabiar cuando Oliver Khan se convirtió en el mejor jugador del Mundial de Corea -Japón 2002, hice mías las palabras de Camus (quien en su natal Argel jugaba al arco y entendía a la perfeción el mayor seceto del balón; "Aprendí que la pelota nunca viene hacia uno por donde la esperas que venga. Esto me ayudo mucho en la vida, sobre todo en las grandes ciudades , donde la gente no suele ser lo que se dice derecha") porque me emocione tanto con el cuento del gordo Soriano llamado "El penal mas largo del mundo". Es sencillamente porque el puesto de arquero tiene algo especial, es la soledad de estar entre tres palos (o dos piedras si prefiere) como testigo afortunado de todos los pormenores de un pleito futbolistico, es el que siempre tarda más en celebrar un gol con los compañeros, es el último bastión entre la victoria o la derrota, es el actor más débil en la escena más dramatica del fútbol (el penal) pero el mayor héroe si gana la pulseada contra el delantero, y sin embargo a pesar de lo logrado, a pesar de los triunfos y empates robados por un manotazo, es la principal víctima en una mala tarde , el villano más malvado en esta opereta y al cual se le condena a veces de por vida. Moacyr Barbosa sufrió en carne propia la ira de todo un pueblo por fallar ante Uruguay en la final del campeonato mundial de 1950 (para las clasificatorias del mundial de Estados Unidos de 1994, a este pobre hombre se le prohibió la entrada a la concentración del combinado brasileño, ante esto Barbosa comentó; "En Brasil, la pena mayor por un crimen es de 30 años de cárcel. Hace 43 años que yo pago por un crimen que no cometí") y en menor medida tambien lo vivenció Patricio Toledo en aquel infausto empate del año 1994 contra la selección argentina (se comió los tres goles de mala manera). Por eso todos los arqueros estamos condenados a un riesgo vital, el blanco o el negro sin un punto intermedio , ya lo dijo magnificamente Galeano; "Con una sola pifia, el guardameta arruina un partido o pierde un campeonato y entonces el público olvida súbitamente todas sus hazañas y lo condena a la desgracia eterna. Hasta el fin de sus días lo perseguirá la maldición" Por eso es que mi opción (forzada o premeditada) fue siempre ser el guardián, por que a pesar de lo infausto que pudiera ser el camino, la sensación de robarte la gloria por lo menos 90 minutos pagaba con creces cualquier futuro cagazo o condoro que pudieras cometer en el partido siguiente, riesgo siempre latente para los solitarios guardapalos.

lunes, 18 de febrero de 2008

El Aniversario de la Institución

Ocupando la manoseada frase que muchos dirigentes inescrupulosos usaron durante décadas, me dirigo a los amables cibernautas para comunicarles que este pelotero blog ha cumplido su primer año de vida (aplausos por favor)

Fue un dia 17 de enero del año pasado cuando la mano especializada de alguien muy especial (ud. sabe a quien me refiero lolita) utilizó sus conocimientos, sapiencia y por sobre todo paciencia para enseñarle a un troglodita como yo a utilizar esta maravilla tecnológica, ayudando a "enchularlo" y dandole su look actual (que se mantendrá a causa de mi ineptitud frente al P.C) Millones los abrazos y besos del mundo para ud. que bien los tiene merecido por todo.

Así, con sus altos, bajos y demoras, este blog a servido como ventana para todos los amantes de la redonda de 32 cascos pero más que todo como un canal de expresión para este humilde servidor. Agradezco profundamente las 800 visitas (sin ustedes este sitio no seria nada ehh...Así que sigan visitándolo que entre todos lo hacemos grande papá!!!)y los blogs hermanos (en especial a los de mis amigos) por haberme tendido una mano para difundir este espacio en la inconmensurable ciber red, tambien llamada internet.

Sin pecar de reiterativo quiero darles nuevamente millones de gracias por este año de vida, espero (sino pasa nada extraño...como un cataclismo o el fin de la humanidad como la conocemos) que sea el primero de muchos aniversarios a celebrar con ustedes. Y bueno, que mejor manera de festejar y agasajar a los amables cibernautas que con esta joyita del GRAN Marcelo Salas, con el emocionante relato de Cárcuro (cuando relataba bien los partidos) en aquella tarde histórica de 12 de febrero del año 1998 en donde los cimientos del viejo y mítico estadio de Wembley se estremecieron ante las estocadas del Matador, con cariño a todos ustedes. Saludos totales.

lunes, 4 de febrero de 2008

Gol de Sanfilippo


Querido Eduardo:

Te cuento que el otro día estuve en el supermercado "Carrefour", donde antes estaba la cancha de San Lorenzo. Fui con José Sanfilippo, el héroe de mi infancia, que fue goleador de San Lorenzo cuatro temporadas seguidas. Caminamos entre las góndolas, rodeados de cacerolas, quesos y ristras de chorizos. De pronto, mientras nos acercamos a las cajas, Sanfilippo abre los brazos y me dice: "Pensar que acá se la clavé de sobrepique a Roma, en aquel partido contra Boca". Se cruza delante de una gorda que arrastra un carrito lleno de latas, bifes y verduras y dice: "Fue el gol más rápido de la historia".

Concentrado, como esperando un córner, me cuenta: "Le dije al cinco, que debutaba: no bien empiece el partido, me mandás un pelotazo al área. No te calentés que no te voy a hacer quedar mal. Yo era mayor y el chico, Capdevila se llamaba, se asustó, pensó: a ver si no cumplo". Y ahí nomás Sanfilippo me señala la fila de frascos de mayonesa y grita: "¡Acá la puso!". La gente nos mira, azorada. "La pelota me cayó atrás de los centrales, atropellé pero se me fue un poco hasta ahí, donde está el arroz, ¿ve?" -me señala el estante de abajo, y de golpe como un conejo a pesar del traje azul y los zapatos lustrados-: "La dejé picar y ¡plum!". Tira el zurdazo.

Todos nos damos vuelta para mirar hacia la caja, donde estaba el arco hace treinta y tantos años, y a todos nos parece que la pelota se mete arriba, justo donde están las pilas para radio y las hojitas de afeitar. Sanfilippo levanta los brazos para festejar. Los clientes y las cajeras se rompen las manos de tanto aplaudir. Casi me pongo a llorar. El Nene Sanfilippo había hecho de nuevo aquel gol de 1962, nada más que para que yo pudiera verlo.

Osvaldo Soriano


(Extraido del libro "El Fútbol a Sol y Sombra" de Eduardo Galeano)