martes, 5 de agosto de 2008

Cuando Él llegó a San Paolo

Aquel caluroso verano de 1984, todos pensaron que era broma y que era de las tantas especulaciones del mercado futbolístico, claro porqué ¿Quien en su sano juicio habría de abandonar a una institución tan poderosa como el Barcelona para emigrar al sur de Italia, más aún a la Italia pobre y desvalida humillada constantemente por su pariente rico del norte? Casi toda la prensa esbozó una sonrisa ante las declaraciones de Corrado Ferlaino presidente, por aquel entonces, del SSC Nápoli quien dijo que sumaría para el equipo "azurri" a la máxima figura del fútbol mundial, aquel pelusa salido de una villa miseria quien dejó al amante del balonpie con la boca abierta a punta de gambetas y amague, al que estaba destinado a ser el mejor jugador del mundo, al ya reconocido Diego Armando Maradona.

Este vago rumor con el transcurso de las semanas se convirtió en la esperanza de todo un pueblo, la sosegada vida napolitana dio paso a un frenesí nunca antes visto, la piazza Dante reunía día tras día gente que se congregaba para discutir entre medio de lechugas y tomates sobre la llegada del crack, otros tantos se refugiaron en las iglesias para hacer mandas y solicitar al cielo que alguna vez el modesto Napoli fuera bendecido, que con la llegada de Maradona vinieran aires de propseridad para la alicaída institución, la hinchada convirtió sus habituales cánticos en un clamor popular, que exigia ver al pelusa devolviendo tantas humillaciones causadas por el Milan, el Inter o la Juventus. La presión de una ciudad completa recayó sobre los hombros de Ferlaino, quien con la esperanza del que no tiene nada que perder, comenzó a negociar con el díscolo volante. Para sorpresa de todos, no hubo mayor resistencia por parte de los dirigentes en las negociaciones, su paso por el Barça había sido discreto para lo que se esperaba de él, mermado por una hepatitis durante la temporada 82-83 y luego fracturado con toda la saña y mala intención del mundo por Goicoetxea (a quien la "prensa especializada" española premio por su "juego recio") durante su última temporada en el club azulgrana, abandonó al equipo en medio de una polémica por la agresión a Miguel Sola del Athletic de Bilbao en la historiada final de la Copa del Rey del año 1983. Con la anuencia de la plana directiva y del propio Maradona se comenzó a afianzar el fichaje del "10" sin embargo, el precio de su pase (13 millones de liras algo así como 8 millones de dolares) eran un grave pero para la institución napolitana, a pesar del incoveniente económico, la unión de un pueblo que estaba dispuesto a todo por ver al crack vistiendo la camiseta celeste pudo más, si era necesario ellos venderían la sangre de san Genaro, la iglesia de san Francisco de Paula e incluso hipotecarían el castillo Maschio Angioino con tal de verlo jugar, puesto que con el serían grandes y se acabarían por fin año de humillaciones, ya no serían los "cabezas negras" los que tendrían que leer "Napolitanos: Bienvenidos a Italia" cada vez que fueran de jugar de visita al norte, era la hora de ellos, su hora con Maradona como estandarte.

Aquel caluroso verano de 1984, fue demasiado especial en la vida de muchos napolitanos, nunca sus estrechos y húmedos callejones se habían visto más dignos, más orgullosos de vestir banderines celeste a lo largo y angosto de sus recorrido, como nunca sus mujeres eran más bellas, sus hombres más simpáticos y sus niños adorables, ni siquiera el volcán Vesubio se veía tan aterrador como de costumbre, es que era tal la alegría de ese pueblo que les daba fuerza, les rompía su monótona vida pero por sobre todo les permitía enfrentar con optimismo renovado el año venidero en el Calccio. Los días pasaban y con ello crecía la expectativa por ver a Maradona pisar el gramado verde, querían ver a esa maravilla surgida de la pobreza, de aquella miseria que los identificaba, querían ver al famoso chico que podía hacer magia con el balón entre sus pies y tenía un hambre por ganar todo lo que estuviera a su paso. Por eso, aquel día 5 de julio del año 84 en una tarde soleada, fue tan significativa en su vida. Dicen que las campanas de la catedral de Nápoles tañieron al viento y que las estatuas de los santos apostados en ella quisieron seguir a la muchedumbre, dicen las calles y plazas quedaron desoladas, que la gente enarbolaba banderas y que gritaban a los cuatro vientos que el 10 había llegado, dicen que aquel día el estadio San Paolo contuvo a 120 almas y que el corazón de una ciudad latía a través de ellos, dicen que el cielo se lleno de globos celestes y humo y que estos pasaron suspendidos por semanas entre las nubes, dicen que cuando salió Maradona a la cancha un ruido sordo, incomprensible surgió de sus gargantas llevando una amenaza a la Italia rica y una esperanza a los desplazados del sur, dicen que cuando él fue ovacionado, cuando esas 120 personas en el San Paolo, clamaron fervorosas el "Diego /Diego" la gente (su gente), el Nápoles, Italia y el fútbol mundial nunca más fueron lo mismo, pues habían presenciado el nacimiento de un gigante, para muchos el más grande.


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