lunes, 3 de diciembre de 2007

La Batalla de Santiago (2º Parte)


Lo que se vivió aquel día distó de ser fútbol, fue un verdadero festival de patadas, planchazos, golpes de puño, cabezazos y más de un escupitajo, de la más baja calaña y que hasta hoy es sinónimo del antifútbol. Pero, vayamos a los momentos previos al partido. Como se dijo anteriormente, el ambiente ya venia caldeado, tanto por los "atinados" comentarios del buen señor Corrado Pizzinelli como por la chauvinista prensa local, con esto, la hinchada chilena no sólo exigía que Italia sucumbiera con una estrepitosa derrota netamente deportiva, sino que de pasada se le vilipendiara, humillara y denostara tanto como lo habían hecho "ellos" con suelo patrio. Fue tal la beligerancia anterior al cotejo que hasta el día de hoy se comenta que el mediocampista argentino naturalizado italiano Enrique Omar Sívori (que integró la famosa selección trasandina de los "Carasucia" que jugó el Sudamericano de Lima el año 1957, y que posteriormente emigraría a Italia para marcar una época en el equipo de la Juventus por su galanura en el juego) se negó a integrar el equipo ante lo cargada que venía la mano por el lado de los chilenos. Así, ante un estadio Nacional colmado de gente que clamaba por sangre, los italianos (totalmente inocentes de las subjetividades escritas por el corresponsal) salieron a la cancha bajo una brutal silbatina portando ramos de flores que fueron arrojadas a las tribunas, ante lo cual, la muchedumbre respondió como normalmente sucede en nuestra copia feliz del edén; puteando de lo lindo a los jugadores del cuadro peninsular y convirtiendo las flores en verdaderos proyectiles.

Al iniciarse el partido, la caldera que era el Nacional estalló tanto dentro como fuera de la cancha. Los italianos comenzaron pegándole a todo lo que tuviera camiseta roja, tal fue la situación que ya a los 8 minutos del primer tiempo el defensa Giorgio Ferrini fue mandado a las duchas por el arbitro inglés Kenneth Aston, debido al brutal patadón que le propinó a Honorino Landa. Para el amable cibernauta de otras latitudes, cabe señalar que el gran Honorino Landa fue uno de los jugadores más pintorescos de la historia del balonpie criollo. Goleador de raza, se convirtió en el "9" de la selección tras haber sido el máximo goleador del torneo local con 24 tantos jugando por su club de toda la vida (Unión Española) Además de su voracidad frente al pórtico, destacó también por su picardía, ingenio y la alegría que profesaba al jugar. Entre sus tantas genialidades se puede contar la ocasión que marcó un gol por la Copa Libertadores contra Colo - Colo pasándose a cuanto rival encontró en el camino y no contento con eso, eludió a TODOS los carabineros que custodiaban la galería, en otra oportunidad le bajo los pantalones a un arquero en pleno partido y a otro solía robarle la gorra que usaba para luego salir corriendo por la cancha. En conjunto con lo anterior, el "Nino" tenía la particularidad de jugar sin canilleras y con las calcetas abajo, cosa que para la época era un verdadero suicidio, puesto que no existían las tarjetas y cada "caricia" del rival dejaba a la víctima por lo mínimo, una semana fuera de las canchas. Sin embargo, el acuñaba su propia teoría: Nadie podía ser tan malo como para colocar una patada a canilla desnuda, sin por lo menos pensarlo, lamentablemente, aquel día Ferrini disintió diametralmente de lo expuesto y atacó a mansalva las piernas del delantero chileno, dejándolo literalmente fuera de combate, teniendo que resistir el resto del encuentro (no existían los cambios por aquel entonces) en una pierna. Años después el "Nino" habría de confesar que tanto en los partidos contra Italia y Alemania había recibido más patadas que en dos años de torneo local, pero que eso no le importaba pues, para él habría sido lo de menos si las defensas se hubieren abierto ya que, lamentablemente, Landa no anotó un solo gol en todo el torneo.



Las acciones cruentas continuaron en la cancha, a los pocos minutos de la expulsión de Ferrini, Eladio Rojas fue atacado a mansalva y acto seguido Leonel Sánchez, quien socorría a su compañero fue golpeado en la cara. En el piso y recibiendo las atenciones de los "aguateros" Sánchez fue informado por los reporteros gráficos que el número 8 de los italianos, el argentino nacionalizado Humberto Maschio lo había golpeado. El gran Leonel se puso de pie, y con esa mirada de que tienen los guapos de verdad, busco a Maschio. Alberto Fouillioux, quien pasaba por el lado del agresor le advirtió que se le venía la noche encima, el resto de sus compañeros al observar su mirada presintieron lo que acontecería y más de alguno debe haber sonreído asentiendo con la cabeza; era la hora de darles el vuelto a los italianos.(continuará)

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