viernes, 4 de enero de 2008

J.M



El día miércoles 02 de enero, se fue uno de los nuestros, de aquellos hombres que amaban el balón, las tertulias amenas, el trasnoche y la buena mesa. Partió con su vieja Underwood Nº 5 y se llevó consigo el legado de la "vieja escuela" del periodismo,la riqueza de la lengua castellana (casi extinta en el país) el olor del viejo café "Santos" y un pedazo de Chile que ya no existe, ese bohemio, culto y republicano.

Los que crecimos viéndolo aprendimos que las noticias del domingo eran más que un mero compendio de hechos y se resumía todo al expectante "Vamos a lo nuestro...", que detrás de un patadón o un feo gol seguía existiendo poesía e incluso nos permitía a través de su relato ver en colores a nuestros equipos más allá de la pantalla en blanco y negro ("Para las personas que no tienen televisor a color..."). Hoy sus restos descansan tranquilos y desde donde quiera que este ojalá que haga uso de su lengua prodigiosa para conmover a la concurrencia o tan sólo para hablar con otros próceres idos.

Adiós don Julio, que le vaya bien, que no se acabe la tinta ni mucho menos las palabras, que en las latitudes desconocidas para un mortal no falten jamás sus "Amables Oyentes", y ojala sobren mas "de 60 mil pañuelos al viento...vitoreando de alegría" gracias por enriquecernos con su vocablo y por entregar tanto a este país (su país) afortunadamente - y a diferencia de mucho de sus pares - fue homenajeado y reconocido en vida. Aún así, su despedida es lo mínimo que la gente podía hacer y lo acontecido hoy en su último viaje por Bellavista, la Pérgola y el Santa Laura es una muestra de todo lo que nos dio. Humildemente y parafraseándolo, es sólo "Justicia Divina" hacia un grande como usted...

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